Nace el 7 de enero de 1983 en Santo Domingo, República Dominicana. A la corta edad de 7 años comienza sus estudios de pintura bajo la dirección de su padre y reconocido artista de la plástica dominicana Melchor Terrero.
En 1983, como reflejo de sus primeros pasos en el arte y a la edad de 10 años, participa en el concurso ?Semana Santa 1993? ganando el primer premio con su obra ?La resurrección de Cristo?.
A través de exposiciones individuales y colectivas, el joven artista ha dado a conocer su pintura a importantes coleccionistas y amantes del arte tanto en República Dominicana como en otros países, tales como: Italia, España, Holanda, Alemania, Estados Unidos (New York, Miami, Puerto Rico).
LAS PASIONES DE JOSE TERRERO
Cada persona -hombre o mujer- posee una imagen arquetípica en su inconsciente que es responsable del mecanismo de su proyección en la vida. Este descubrimineto de la Psicología Analítica se debe a uno de los discipulos más aventajado de Sigmund Freud, el suizo Carl Gustav Jung. Según Jung dicho arquetipo no es propiamente el alma de la persona, sino lo que resume satisfactoriamente todas las afirmaciones del inconsciente, de la mente primitiva, de la historia del lenguaje y la religión. En los hombres lleva el nombre de ánima y en la mujer de ánimus.
El ánima es un poco responsable de los estados de ánimo, reacciones, impulsos y en cualquier otra cosa espontánea de la vida psíquica de un hombre. En un artista varón el ánima fabula y fantasea en la medida de su imaginación. Esta figura es lo que ha llamado mi atención primera en la obra de José Terrero: al resultado de todo este proceso al cual él llama Pasiones.
Las Pasiones de Terrero son imágenes de mujeres, todas con alguna similitud, que se expresan en determinado modo a través de escenas ya sean puramente psíquicas o emocionales. Sus ideales, sueños, apetencias, desasosiegos, desesperanzas, finalidades se dejan ver dentro de la figura o en su entorno como una expresión gramaticalmente acabada. La distribución y tonalidades del color las trata a la manera de un iluminador en el sentido técnico de la palabra, digamos, que enfatiza y oculta los detalles importantes cual si se estuviesen manejando lámparas cuyos filtros suavizan y endurecen distintas áreas de la escena. Llegando a manipularlas sutilmente hasta conseguir un refinado control visual. En lo cual demuestra un talento exquisito.
Estos son los códigos que resultan atractivos, a primera vista, de la pintura de José Terrero, aún cuando, en esta serie, permea su obra de un código familiar, lo cual provoca que su estilo personal se oculte de algún modo. Sin embargo, algo de esta fantasía -yo le llamaría fantasía del desahogo- va trasmutándose en una pincelada más apegada a su gesto, un gesto que sale en busca de un dibujo personal, de una reafirmación muy suya de expresarse, y que muy pronto -lo cual siento con mucha seguridad- veremos en su magnífico resplandor. Enhorabuena.
Raysa White,Critico de arte CubanaSanto Domingo, 18 de septiembre de 2004